RESEÑA EXTENSA
Proyecto de Recuperación del Lobo Mexicano
Desarrollo del Capital Social para la Conservación de la Naturaleza y el Desarrollo Rural en el Sur de Nuevo León
La incorrecta administración de los recursos naturales por parte del ser humano y los efectos de su explosivo crecimiento demográfico pueden ser observados en los problemas ambientales, económicos y sociales que actualmente sufre la misma población humana. En menos de 200 años el ser humano ha socavado la integridad de los ecosistemas del bosque templado en el planeta destruyendo alrededor de la mitad de su vegetación natural dejando tan solo un remanente empobrecido y susceptible a desaparecer.
A raíz de la colonización europea y del establecimiento de esquemas de aprovechamiento de los recursos naturales a gran escala, el noreste de México ha sufrido un fuerte deterioro de sus ecosistemas. Entre algunos de los agentes de deterioro, esta región ha enfrentado más de 300 años de sobrepastoreo a causa de una actividad “productiva”, que hasta el día de hoy carece de un manejo integral y eficiente, ocasionando un cambio radical en la fisonomía y composición de la flora y fauna nativa, poniendo en riesgo su permanencia.
En el sur de Nuevo León se encuentra el área con mayor diversidad biológica del estado, una porción de una subprovincia fisiográfica denominada “La Gran Sierra Plegada”, la cual corresponde al macizo montañoso ubicado desde el sureste del estado de Coahuila (Saltillo, Arteaga y Parras), cruza el sur del estado de Nuevo León y se extiende hasta San Luis Potosí en donde bordea a la huasteca Potosina. Esta sierra se encuentra dentro de la provincia fisiográfica denominada “Sierra Madre Oriental”. La gran Sierra Plegada recibe su nombre debido al tipo de formación geológica en donde predomina una morfología de estratos plegados de rocas carbonatadas con prominentes ejes estructurales de anticlinales y sinclinales.
Hasta este momento se ignora el grado de la ruptura de las redes de organización de los sistemas ecológicos de éste lugar pero existen indicadores que señalan que los procesos de degradación se encuentran muy avanzados, tal es el caso de la proliferación de plagas, incendios, pérdida del suelo, colonización por especies exóticas, desplazamiento y pérdida de especies nativas, y la reducción del abastecimiento de los manantiales de agua. Otro indicador de lo anterior es la migración de los campesinos oriundos de esta zona a las grandes ciudades como resultado de la reducción de la capacidad productiva de la tierra y la consecuente reducción de las posibilidades de autoempleo y sustento que les permita disfrutar de una vida digna.
Es importante considerar que la capacidad productiva de la tierra ha sido reducida a causa de los esquemas actuales de uso y manejo de los recursos naturales, principalmente de las actividades: ganadera, forestal y agrícola. En donde estos esquemas productivos generan más daños y pérdidas que beneficios.
Además de la pérdida de la vegetación del bosque templado, la importancia social y económica de los ecosistemas de montaña de esta sierra radica en el abastecimiento de los cuerpos de agua, recurso que es usado tanto para actividades agropecuarias como industriales y de consumo humano de la región del noreste de México. La ruptura del sistema ecológico afecta directamente al ciclo hidrológico y este afecta a su vez al sistema económico regional al disminuir el abastecimiento de agua. Como indicador de lo anterior es la necesidad de desviar agua de una cuenca distante para remediar el actual desabasto del recurso de las cuencas locales.
En la Gran Sierra Plegada el régimen de propiedad dominante es el social, principalmente ejidos. La dotación de tierras en esta región inició a finales de la década de 1920, sin formularse o aplicarse, desde entonces y hasta a la fecha, algún instrumento de planeación y desarrollo que permitiera a las comunidades de los ejidos no sólo experimentar el crecimiento y estabilidad económica, sino realizar un buen uso y aprovechamiento de los recursos naturales de sus tierras por lo que la mayor parte de los ejidos se encuentran considerados dentro de las categorías de marginación de media a alta por el Consejo Nacional de Población. Antes de la repartición agraria estas tierras fueron propiedad de diversas Haciendas quienes, al igual que los ejidos, aprovecharon sin control los recursos forestales y agropecuarios.
No obstante lo anterior, algunos ejidos del sur de Nuevo León están comprometiéndose en plantear y acatar un nuevo esquema de manejo de sus recursos naturales que les permita no solo el desarrollo económico y social de sus pobladores sino la conservación, protección y restauración de sus ecosistemas, considerando que de todos los recursos con los que cuentan los ejidos, el agua toma mayor atención dado que este recurso natural se está convirtiendo en un factor limitante para la salud humana, la producción de alimentos, el desarrollo industrial, el mantenimiento de la integridad de los ecosistemas naturales y su biodiversidad, incluso para la estabilidad social y política, situación que se acentúa en las regiones áridas, semiáridas y templadas secas-subhúmedas, tal como lo es este caso.
En el año de 2005, cuatro ejidos de los municipios de Galeana y Aramberri, Nuevo León, solicitaron al gobierno federal el reconocimiento como “área productiva dedicada a una función de interés público” reconocimiento otorgado en el año 2006 a través de la certificación de sus áreas de uso común como Área Natural Protegida denominada “Zona de Restauración Ecológica del Lobo Mexicano” la cual es uno de los 11 tipos de ANP enumerados en la Ley General del Equilibrio Ecológico y de Protección al Ambiente (LGEEPA) y la cual es de competencia federal, convirtiéndose en las primeras comunidades rurales del continente en establecer un compromiso de este tipo con el fin de recuperar y proteger a una especie tan controvertida como es el lobo gris mexicano.
De las Áreas Naturales Protegidas
Partiendo de lo general en materia de Áreas Naturales Protegidas (ANP), las primeras acciones de conservación de ecosistemas y sus servicios ambientales en México se remontan al año 1876 cuando se decreta como zona de reserva forestal e interés público con el fin de proteger el sistema hidrológico que abastece de agua a la ciudad de México, una vez promulgada la constitución de 1917, esta área es decretada como Parque Nacional siendo la primera Área Natural Protegida del País.
Tuvieron que pasar alrededor de 100 años para que las ANP en México fueran instrumentadas cuando en el año 2000 se crea la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. No obstante aún persisten problemas de índole económica y de capital humano para ejecutar sus planes de manejo.
El modelo de ANP que surge y se establece en México durante este tiempo es prácticamente una copia del modelo estadounidense de conservación de la naturaleza el cual se aplica principalmente en zonas federales mientras que en México, debido a las características del régimen de propiedad, predominan la propiedad privada y la propiedad social. Estos dos últimos elementos representan el mayor reto para las políticas públicas del país en materia de ANP.
Derivado de lo anterior se establecen las Áreas Naturales Certificadas, que tiene su propia naturaleza jurídica en donde las mismas personas podrán destinar voluntariamente los predios que les pertenezcan a acciones de preservación de los ecosistemas y su biodiversidad, acción por la cual se considerarán sus tierras como áreas productivas dedicadas a una función de interés público.
El estado de Nuevo León cuenta actualmente con:
1. 4 áreas naturales protegidas decretadas y 7 áreas naturales certificadas, que son de competencia federal y en conjunto suman alrededor de 0.41 MMha
2. 29 áreas naturales protegidas estatales (0.16 MMha).
3. 2,067 UMA que abarcan el 21% de la superficie estatal (1.35 MMha).
4. Además forma parte de al menos 10 Regiones Terrestres Prioritarias para Conservación, 3 Regiones Hidrológicas Prioritarias. y 6 Áreas de Importancia para la Conservación de Aves.
Hasta el 2010 Nuevo León era considerado el 5° lugar nacional en cuanto al territorio cubierto por Áreas Naturales Certificadas.
Del Lobo Mexicano
El lobo mexicano (Canis lupus baileyi) es la subespecie genéticamente más extraña de lobo gris en Norteamérica, la cual llegó a considerarse como extinta del medio silvestre entre los años de 1950 y 1990.
Desde finales de la década de 1970 y principios de los ochenta, en un esfuerzo conjunto, México y los Estados Unidos de América han trabajado por la recuperación de esta especie bajo dos líneas de acción:
1. La recuperación en cautiverio del pool genético de la subespecie, y
2. La reintroducción de grupos familiares en áreas previamente identificadas como adecuadas.
Gracias a este esfuerzo binacional la población global de lobos ha ascendido de 5 a 470 individuos de los cuales 350 lobos se encuentran en cautiverio y 124 en estado silvestre (105 en los estados de Arizona y Nuevo México en los EEUU y 19 en los estados de Sonora y Chihuahua, en México).
Una parte clave para la recuperación de la especie son las áreas extensas con las condiciones ecológicas apropiadas para albergar por lo menos a 70 individuos (tamaño mínimo genéticamente viable para mantener una población sana). La distribución espacial de dichos individuos corresponde a un área de al menos un millón de hectáreas de hábitat propio de la especie (disponibilidad de espacio y alimento así como una densidad humana baja).
En México se han realizado diversos estudios para determinar áreas con el potencial ecológico para recibir grupos familiares de lobos, sobresaliendo áreas en Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango, Zacatecas, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Para la región noreste de México se identificó el norte de Coahuila (región de Maderas del Carmen, Valle Colombia y Serranías del Burro) así como a la Gran Sierra Plegada (Sureste de Coahuila, Sierra de Nuevo León y Tamaulipas) como áreas apropiadas para la liberación de lobos.
De la Gran Sierra Plegada y sus Ejidos
Desde 1998 se ha trabajado en la región serrana del estado de Nuevo León en un proyecto de restauración ecológica para la recuperación del lobo. Este proyecto consiste principalmente en la reconstrucción del capital social, productivo y ambiental de la región con el fin de cambiar la actitud de la gente hacia las especies consideradas como peligrosas, indeseables o dañinas y hacer posible de esta manera la coexistencia de estos actores (hombre-naturaleza).
Entre los principales logros de este proyecto destacan: la certificación, por parte de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, de 7 ejidos como áreas naturales protegidas voluntarias; la elaboración de 11 ordenamientos territoriales comunitarios; el desarrollo de cadenas productivas; la restauración de especies de aves y mamíferos nativos así como de otros elementos del ecosistemas como el agua, suelo y vegetación.
Hasta la fecha se ha trabajado en 19 ejidos en los cuales y desde el año 2006 se han gestionado apoyos gubernamentales con los que se han realizado las siguientes acciones:
• 4 Programas de Desarrollo Comunitario Sustentable.
• 4 Programas de Manejo y Conservación de Fauna Silvestre.
• 5 Viveros forestales y huertos comunitarios.
• Diversas obras de conservación y restauración de suelos.
• Diversas reforestaciones (promedio de 50 mil plántulas por año por ejido).
• Desarrollo de infraestructura turística
• Diversos eventos de capacitación en temas de diversificación productiva
• Diversos eventos de capacitación en temas de conservación de la naturaleza.
• Diversos eventos de capacitación en temas de organización.
• Integración de 4 Comités de Vigilancia Ambiental Participativa
• Reforma al reglamento interno del ejido.
• Diversas actividades educativas con niños y jóvenes.
• Diversos eventos de promoción de la cultura para la conservación.
• Gestión para la comercialización de diversos productos agropecuarios.
• 2 Estudios y monitoreo de fauna silvestre.
• 1 Estudios para la evaluación de depredación.
• 11 Ordenamientos Territoriales Comunitarios.
• 9 Seminarios de Comunidad a Comunidad
Este esfuerzo de conservación se ha ido adaptando a las condiciones propias del sur del estado evolucionando desde una base meramente conservacionista a una base social, productiva y ambiental que considera al ser humano y sus actividades productivas como otro elemento más del ecosistema. El valor de coexistencia entre los distintos actores determina el grado de éxito del proyecto de recuperación del lobo mexicano.
Esto ha sido entendido por miembros del sector rural de esta región lo que ha permitido avances sin precedentes en materia de conservación al interior de sus ejidos.
La “filosofía” por la cual se ha adoptado este trabajo por parte de los ejidos “Pro-Lobo” es la siguiente: “para que el lobo pueda regresar”, es necesario que las poblaciones de presas silvestres (ungulados, aves, etc.) se encuentren en buen estado, estas a su vez requieren que la vegetación ostenten una buena condición para lo cual necesitan los ciclos edafológicos e hidrológicos funcionen correctamente. Un predio que cumpla con estas condiciones puede presumir que sus tierras son productivas, lo que en teoría significa la posibilidad de mejorar sus actividades económicas y su calidad de vida.
Por lo que desde hace más de 10 años los ejidos prolobo han realizado distintas acciones de restauración y conservación de suelos, vegetación y fauna silvestre.
Uno de los casos que ha sobresalido en estos últimos años es el regreso del guajolote silvestre al ejido el Saucillo, en dónde han incrementado su población desde cero a más de 150 individuos ocurriendo lo mismo con el venado cola blanca. El ejido el Saucillo era uno de los ejidos más deteriorados en la zona y en menos de 10 años su entorno ha cambiado para bien.
Los efectos de las acciones de conservación realizadas por los ejidos repercuten en otras especies como la Mariposa Monarca, Cotorra Serrana, Oso Negro, Jaguar, Puma, Águila Real, Perrito Llanero, Guacamaya Verde, etc.
Son 18 años de trabajo que han ido perfilando este proyecto que han dado, si bien no a la velocidad deseada, resultados tangibles. Aun queda mucho por hacer pues hasta ahora solo se están construyendo los cimientos. La participación de otros actores con experiencia es sin duda un elemento vital para la trascendencia del proyecto. Por lo pronto y a pesar de muchos vaivenes a causa del precario acompañamiento la esperanza de cambio sigue latente en estos ejidos.